por Hans Steffen
Este trabajo de Hans Steffen lo publicaremos por partes. Está en Homenaje a la memoria del Dr. Hans Steffen (Universidad de Chile, 1937). Este es el Capítulo 1 de 8.
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Capítulo II hacer clic aquí.
CAPÍTULO I
LAS MAS ANTIGUAS EXPLORACIONES EN LA CORDILLERA EN SUS EXTREMOS BOREAL Y AUSTRAL
El hecho de que Colón y sus inmediatos sucesores hayan debelado [develado] el continente sudamericano, primero en su costa norte, ha tenido como consecuencia que desde allí se esparciera la noticia de la existencia de una elevada cadena de montañas, cuyas ramificaciones alcanzan hasta el mar.
El conocido piloto y cartógrafo
Juan de la Cosa acompañó en el año 1499 a una expedición de
Alonso de Ojeda, la que navegó en el mar Caribe en dirección al VV., hasta el
cabo de Vela (en la península de Coajira) y en su carta, aparecida un año después, fijó el monte Santa Eufemia como el punto más alejado de la expedición, el que quizás pueda ser identificado con la
Sierra Nevada de Santa Marta. (
Nota a) La
carta de Cantino, de dos años después, cuyas denominaciones posiblemente se deriven de las empleadas por Vespuccio en el mismo viaje, presenta la observación en un punto de la costa más oriental de
montalnbis albissima, expresión que se repite como montañas altísimas en la carta de CANERIO, en la lámina
Terrae Novae de la edición Ptolomeo de Estrasburgo de 1513, en la de Schoener de 1515, en la de VValdseemueller y otras (
Nota b).
Los descubrimientos fueron continuados por
Rodrigo de Bastidas, en cuyo viaje (1500 - 1502) volvió a formar parte el
piloto La Cosa. Avanzando hacia el W. del
cabo de la Vela los expedicionarios alcanzaron la costa de la provincia de Citarma o Saturma, designándola también como tierra nevada, detrás de la que se yerguen los montes de Santa Marta coronados por nieves eternas, y uno de los miembros de la comisión de Bastidas permaneció más de un año en esta provincia. donde aprendió la lengua de los aborígenes.
Aquí los navegantes españoles, ya en los primeros años del siglo XVI, se habituaron con la existencia de una cadena de montañas nevadas en la zona tropical del Nuevo Mundo. La noticia de este descubrimiento muy pronto encuentra eco en las publicaciones de los autores contemporáneos (
Nota c). También la primera representación geográfica completa que abarca los parajes recién descubiertos de la América, la
Suma de Geographía de Fernandez de Enciso, que podía jactarse de personal conocimiento de ese tramo de costa, presenta un párrafo respecto a la montaña nevada de Santa Marta: «las sierras nevadas comienzan en Santa Marta..... é lo que paresce encima blanco como nieve, é de allí van fasta de en par de Venezuela, é de allí van hacia á la tierra de adentro, no se sabe adonde, porque no es ganada la tierra, ni las Indios dan dello más razon de que van muy lejos.» (
Nota d) Por el año de 1519, en el que se imprimió la obra de Enciso, no se había avanzado en la convicción de que la elevada cadena de montañas que se divisaba desde la costa de Venezuela se extendía hasta muy adentro de las tierras.
Tan sólo en el cuarto decenio del siglo XVI se tuvo noticias del interior del país en la región comprendida entre la costa y el curso inferior y mediano del
Orinoco, como consecuencia de expediciones guerreras a las que están ligados los nombres de
Diego [de] Ordaz, Alonso y
Gerónimo Ortal (1531 - 36). El Cronista Mayor de Indias,
Oviedo y Valdés, presenta relaciones detalladas en su
Historia General y Natural de las Indias en la que encontramos la representación más antigua basada en reconocimientos efectivos de un tramo de la cordillera, a saber, de la región costera de Venezuela.
La cadena de montañas está dibujada como un muro montañoso que avanza hacia el mar y del que fluyen numerosos ríos, cuyos nombres son los comúnmente empleados hoy (Guarico, Tisnados, Pao, Tinaco, etc.) y que afluyen hacia la gran arteria recolectora del Guayapari u Orinoco. A lo largo del litoral se observa la inscripción, «Cordillera o costa de Tierra Firme». El empleo del término cordillera nos indica que en la América española desde el principio no significaba un cordón de elevadas montañas.
Una segunda carta de Oviedo, que representa el lago Maracaibo y región vecina hacia el oeste y sur, ha sido diseñada con el propósito de ilustrar SU relación de la aventurera expedición del capitán alemán
Ambrosius Alfinger, emprendida para encontrar la región del Dorado. (1531 - 33) (
Nota e). La expedición partió desde el lugar de
Maracaibo, primero hacia el noroeste, luego siguió por el valle de Upar, entre la Sierra Nevada y la Sierra de Perijá, en dirección al sur, hacia las llanuras en el río César y Magdalena, más tarde retrocedió al oriente por la montaña, rodeando el lago Maracaibo. La denominación de «Cordillera» no aparece en esta carta, pero en cambio se han trazado dos poderosos cordones de montañas, separadas entre sí, la Sierra Nevada y la Sierra de los Bubures. Esta última, que contornea el lago Maracaibo a alguna distancia hacia el W. y S., corresponde aproximadamente a la cordillera de Mérida actual, con sus ramificaciones la Sierra de Perijá, aunque las direcciones orográficas de la carta no correspondan exactamente a la realidad.
Como fecha de publicación de las dos cartas mencionadas de Oviedo se indica comúnmente el año 1532, (Nota g) pero en lo que se refiere a la carta del lago Maracaibo demostró R. SchuIler (Nota h) que cuando más puede haber sido publicada a fines de 1533 o a principios de 1534 y posiblemente ha sido diseñada aún después de 1536.
* * *
La introducción de antojadizas cadenas de montañas, que probablemente no hayan tenido más objeto que llenar espacios vacíos en las cartas, para lo cual no se disponía de original alguno, la encontramos a menudo en las más antiguas representaciones del hemisferio austral del Nuevo Mundo. Como ejemplo típico puede considerarse la carta esférica de
Johan Schoener de 1520, en la que la leyenda
Ultra incognita permansit cubre el frente occidental del continente, en su mayor parte desconocido, por una poderosa cadena de montañas de gran extensión.
En la misma forma deben ser evaluado los dibujos de las montañas que aparecen en la
carta de Bernardus Sylvanus de la edición Ptolemeo de 1511, en el así llamado globo de Lennox de 1510 - 1512, en la carta mundial de
Francisco Monachus (1526) en el globo áureo parisiense de 1528 y otras más.
Es cierto que no se debe olvidar que quizás ya a los primeros descubridores de la costa brasilera, en especial a los de las bocas del Amazonas, y quizás también durante los viajes a lo largo de la costa boreal, hayan obtenido noticias vagas de parte de los aborígenes con respecto a la existencia de un elevado cordón de montañas en los confines del W. o SW. respectivamente. Así el curioso volante Newe Zeytung aus Presillg Landt que probablemente reproduzca las exploraciones de una expedición portuguesa en el primer decenio del siglo XVI, relata: «Tierra adentro existen grandes montañas. Dicen que en algunas partes jamás pierden las nieves como lo han dado a saber los aborígenes.» (Nota i)
Cuando
Pedrarias Dávila, en su viaje a
Darién en Julio de 1541, navegó a lo largo de la costa norte, escuchó, como lo relata Martyr, que cl gran río Marañón tiene su origen en montañass nevadas, de las que nacen muchos otros ríos que afluyen hacia esta gran arteria colectora. Harrisse, que llamó la atención hacia este párrafo, explica así el hecho que el Amazonas figure como un río que nace en el interior del continente, en los Andes, ya treinta años antes de su primer recorrido por Orellana. (
Nota j)
Igual interpretación debe adoptarse cuando se observa en algunas cartas cadenas de montañas que corresponderían a los Andes perú - bolivianos, ya mucho tiempo antes que fueran descubiertos por europeos. Si se contempla la carta de la América del Sur, como por ejemplo, en el Mapamundi de Weimar de 1527, el de Orontius Finaeus, del año 1531, o la carta del Nuevo Mundo pertinente al
Libri delle lndie de
RAMUSIO, se llega a la conclusión de que las montañas han sido dibujadas como líneas divisorias de aguas para los grandes sistemas fluviales en cuyos orígenes afectan un marco en forma de corona.
* * *
El sitio donde los navegantes europeos divisaron por primera vez las montañas del frente occidental de la América del Sur y desde muy cerca se encuentra en el extremo sur del continente.
Cuando
Magallanes y sus acompañantes, en Noviembre de 1520, durante la primera travesía, pasaron el canal marítimo denominado hoy con el nombre del jefe de la expedición, y cuando se aproximaron a la parte donde dobla, llamada hoy
Cabo Froward, divisaron los montes, cubiertos de bosques vírgenes, y sus cumbres de nieves persistentes y de ventisqueros, de la cordillera patagónica. «Sierras muy altas y nevadas y con mucho arbolado» (
Nota k) a cuyo pie fondearon más tarde en un reducido puerto, donde como lo dice
Pigafetta, desemboca un río formado por los derrames de los campos de nieve de los faldeos de las alturas.
En relación con este hecho se nos presentan noticias respecto a la exploración y ascensión supuesta de un monte cerca de la costa, en forma de campana, que en recuerdo de uno de los expedicionarios fue denominado «Campana de Roldán». La ubicación de este monte, centinela de la cordillera austral, como también de los demás citados en la expedición de MagaIlanes, tropieza con dificultades. En consecuencia. me remito al razonamiento del acápite que sigue.
* * *
La expedición de Magallanes en su viaje por el tramo occidental del Estrecho ha reconocido por lo tanto la naturaleza de aquellas cordilleras como montañas boscosas coronadas por numerosas cumbres nevadas. Respecto de su extensión hacia el norte pudieron formarse juicio una vez alcanzado el océano libre.
El diario de bitácora de
Francisco Albo anota el rumbo de las naves, en el tramo que entra en consideración en la siguiente forma: «y del dicho
cabo Fermoso (se refiere al actual
cabo Pilar, en el extremo NW. de la
isla Desolación) después fuimos al noroeste y al norte y al nornordeste y por este camino fuimos dos días y tres noches y a la mañana vimos tierra, unos pedazos como mogotes y corre norte - sur (así corre la costa del Mar del Sur) lejos del Cabo Fermoso obra de 55 leguas y esta tierra vemos el primer día de Diciembre..... y el primer día de Diciembre que estábamos en derecha della (de la tierra) está en altura de 48° S.»
Las presentes indicaciones, por desgracia, no permiten establecer el punto preciso en el cual la expedición pudo contemplar los montes de la cordillera costera de ia Patagonia occidental. Desde luego la indicación de la latitud (48°) y la distancia a Cabo Fermoso no es posible armonizarlas. Si se traza desde el Cabo Pilar un rumbo paralelo a la configuración exterior de las islas en la expresada distancia de cincuenta y cinco leguas, más o menos trescientos kilómetros (
Nota m), se llega, cuando más, a una latitud de 49° 50', o sea un poco más al norte del
canal Trinidad, o sea que se arriba a un punto casi dos grados más al sur del que arroja el diario para el 1.º de Diciembre. Por otra parte, los datos de latitud dados por Albo fallan en exactitud. Así, por ejemplo, coloca el
Cabo Vírgenes a la entrada oriental en 52° de latitud sur y el Cabo Fermoso en la entrada occidental en los mismos 52°, luego al primero asigua una latitud menor en 20' y al segundo en 43.
Para la fijación del punto alcanzado el 1.º de Diciembre en 48° encontramos una corroboración en el
mapa - mundi de Turín de 1523, para cuyas coordenadas el propio Albo (
Nota n) posiblemente haya suministrado los datos. La costa occidental patagónica, para la cual no existían más datos que los de la expediciÓn de Magallanes, está trazada hasta los 48° exactos, donde presenta dos pequeños isiotes con la denonominación de «
tierra de Diciembre». En la continuación hacia el norte, hasta más o menos 4° 30' N., no hay indicios de un diseño de costa. En vano se busca esta «tierra de Diciembre» en las cartas posteriores y que no cabe duda deriva del descubrimiento de Magallanes del 1.º de Diciembre de 1520. (
Nota ñ)
Parece por consiguiente inútil pretender establecer con precisión los «mogotes» o «trozos de tierra», mencionados en el diario de Albo. Los islotes de los Evangelistas, en la salida NW. de la boca occidental, con los que pretende identificarlos R. Guerrero Vergara (Nota o) no entran en consideración porque se encuentran demasiado al sur (en 52° 25' S.). La expresiÓn «pedazos con mogotes» (Nota p) indica montes aislados de hastante e!evación, que se presentan en gran número en los contornos de las islas de la Patagonia occidental, y en general de altura tal que permite divisarlos desde gran distancia, como la de veinte leguas, en la que se encontraban las naves en conformidad a las anotaciones del diario. (Nota q) Completamente errada es la opinión de Denucé (Nota r) según la que la tierra avistada el 1.º de Diciembre era constituída por una serie de dunas.
Más importante que la identificación de los dos mogotes, lo es el establecer el hecho de que la expedición de Magallanes, como se deduce del párrafo considerado, logró establecer la dirección norte - sur de la faja de tierras, haya estado en 48° (si se le asigna mayor valor a las cincuenta y cinco leguas desde el Cabo Pilar) o sea que se encuentra en los 50° S. (
Nota s).
Hasta donde han tenido a la vista la costa durante la prosecución de su viaje hacia el norte no resulta esclarecido por los datos de Albo, la menciona una segunda vez el dos de Diciembre: «A los dos días de Diciembre...... estábamos en 47º y un cuarto, y este día nos hallamos tanto avante como está toda esta tierra en la misma altura. (
Nota t) Si se traza el rumbo de la expedición, de acuerdo con el diario después de los 48°, llegamos más o menos a la siguiente situación. A la altura del
golfo de Penas y frente a Tres Montes el rumbo se aparta bastante de las tierras y a la altura de los Chonos está ya en mar abierta, donde el 5 de Diciembre en 44° 15' S. alcanza el meridiano del ochenta W. Después el rumbo cambia y se viene acercando nuevamente a la costa mientras más al norte va avanzando, hasta que el 13 de Diciembre se encuentra por los 40° de latitud Sur, nada más que a unas veinte millas de
Cabo Galera, al sur del puerto de Corral. Continúa ahora más o menos hasta los 36° 30' con rumbo aproximado N., que debe haber conducido por fuera de la isla Mocha, pero la distancia a la costa de Arauco no debe haber excedido de treinta millas. En los 36° 30' el rumbo es enderezado claramente al NNW. (
Nota u) y se aleja ahora bastante de tierra. (
Nota v)
J. Denucé y J. T. Medina (
Nota w) suponen que durante el lapso de tiempo del 1.° al 16 de Diciembre no han perdido de vista la costa; sin embargo, se podría sostener que la expedición ha tenido suficiente con tacto con J a tierra para reconocer con seguridad su continuidad en dirección norte sur. Que Magallanes, precisamente a los 36° 30', ha enderezado definitivamente rumbo al NW., probablemente no sea casualidad sino consecuencia de que la costa chilena en esta latitud asume una dirección NNE. por unos tres grados de extensión, la que Magallanes no ha tenido deseo de seguir porque lo apartaba demasiado de su objeto fijado, las
Molucas. (
Nota x)
En realidad habría sido posible que Magallanes y sus acompañantes, en condiciones de tiempo
bonancibles, no tan sólo hayan logrado divisar la línea más oscura de la costa patagónica occidental y austral de Chile, sino que además, por encima de ella, uno que otro de los picos nevados de las cordilleras. En verdad que semejante aspecto se les ha podido presentar desde diferentes puntos a las alturas de Chiloé, desde la ruta frecuentada hoy por los vapores transatlánticos, pero la tradición nada nos descubre y trascurren más de dos a tres decenios después del viaje de Magallanes desde el sur, en que descubridores españoles provenientes desde el norte confirman la existencia de una elevada cadena de montañas que se prolonga hasta los confines australes del continente.
De la expedición de
Fr. García de Loaysa, quien en el año 1526 cruzó las aguas magallánicas en dos meses de bordadas antes de alcanzar la boca occidental del Pacífico, tenemos un diario del piloto
Martín de Uriarte (
Nota y) que presenta algunos datos respecto a las serranías de ambos lados del Estrecho, a las alturas del
Cabo Froward donde dobla de dirección, lugar que es designado «como entrada del Estrecho nevado». Describe algunos montes del lado norte del Estrecho que avanzan como promontorios hasta la costa oriental de la
península Brunswick, en más o menos 53° 30' S. Uno de ellos debe ser el monte denominado «San Felipe», el que a pesar de su escasa altura (
Nota z) como lo hace notar Fitz Roy, constituye un
conspicuous and picturesque object (un conspicuo y característico punto de referencia) y que para los buques que vienen acercando desde el norte, en conjunto con los elevados montes de la
isla Dawson, parecen interrumpir la continuidad del Estrecho. (
Nota aa)
Al mismo tiempo son mencionados los montes nevados distantes que aparecen hacia el SS.E. de la cordillera de la Tierra del Fuego «y en la costa del sureste son montañas muy altas y llenas de nieve, y por encima de las primeras sale una gran montaña ahorcada que face dos puntas. como «Santa Entrega» sino que es muy alta». Este gigante nevado que sobresale de los montes que lo anteceden de cumbre bifurcada es el
monte Sarmiento (así llamado desde la
expedición de King y de Fitzroy) que no cabe duda se puede reconocer fácilmente. Su primera mención remonta pues al
diario de Uriarte, donde está registrado con fecha 16 de abril de 1526, la denominación (Volcán Nevado) se la dió Sarmiento de Gamboa medio siglo después.
La relación de Uriarte presenta una descripción topográfica muy exacta de la salida occidental del Estrecho de Magallanes, donde en su costa norte nombra a un
Cabo San Alifonso (
Nota bb) «que es la salida del Estrecho..... y doblado este cabo..... dobla y torna la costa al nordeste y tiene tres pequeñas islas en la costa del nordeste cerca del cabo». Las tres pequeñas islas parecen ser las de! grupo de los Evangelistas que aquí son mencionados por primera vez aun cuando su actual denominación sólo se generó en e! siglo XVII.
Una vez claro del Estrecho, el rumbo de la expedición de Loayza fue NW., luego distante de toda tierra, de manera que un reconocimiento de «la tierra de Diciembre» y de otros puntos de la costa no entra en consideración.
Episodio conocido de la expedición de Loayza es el viaje de la nave
San Lesmes, al mando de
Francisco de Hoces, que por un temporal en la entrada oriental del Estrecho de Magallanes, se vió obligado a correr hasta la latitud de 55° S., donde creyeron haber alcanzado el extremo del continente. (
Nota cc) En vista del dato de latitud dado y del tiempo relativamente escaso transcurrido (fin de Enero hasta 12 o 13 de Febrero) que el buque puso en este involuntario avance bacia el sur y su regreso a juntarse con el grueso de la expedición, la tierra avistada posiblemente no ha sido el Cabo de Hornos, como muchos suponen, sino que más bien el
Cabo San Diego, el extremo oriental de la Tierra del Fuego en el
Estrecho Le Maire.
Para la consecutiva ampliación del conocimiento de la dirección y extensión de las cordilleras este avance no ha tenido más importancia que un viaje de cualquier nave española, como el de otra nave de la misma expedición
Santiago al mando de Santiago Guevara, que, como se sabe, después de haberse separado del convoy en el Océano Pacífico, llegó a un puerto cerca de
Tehuantepec sin haber recalado en las costas de la América del Sur. Consecuencia muy importante de este viaje fue la posibilidad de alcanzar las costas del mar descubierto por Balboa, que hasta el Perú ya habían sido reconocidas, por la ruta del Estrecho de Magallanes, y solucionar al mismo tiempo la continuidad de la cadena de montañas descu biertas en ambos extremos del continente, su dirección meridional y los contrafuertes que destaca.
NOTAS
(Nota a) O. PESC El, Historia de la época de los descubrimientos, Stuttgart, 1871; pág. 247. También Harrisse manifiesta igual presunción, The discovery of North - America, Londres y París, 1892, pág. 332.
(Nota b) La suposición de Harrisse que bajo estas altísimas o albísimas montañas debe entenderse la Sierra Nevada de Citarma o de Santa Marta no parece justificada por la diferencia de situación. En la carta de de La Cosa figura un «Monte Alto» aproximadamente en el sitio de las montañas altísimas. Quizás los dos corresponden a los elevados montes del litoral del mar Caribe o venezolano, cerca de La Guayra.
(Nota c) A. v. HUMBOLDT, Investigaciones críticas sobre el desarrollo histórico de los conocimientos geográficos del Nuevo Mundo. (Edición J. L. ldeler) tomo II, Berlín, 1836. pág. 500 - 501. Cita un párrafo de Petrus Martyr de Anghiera, De rebus oceanis et Nove Orbe Dec. 2, Lib. 2, pág. 140.
(Nota d) FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Colección de los viajes y descubrimientos, ect. tomo III, Madrid, 1829, pág. 388.
(Nota e) El aspecto de la montaña caribe (según SIEWERS, Sud - América y Centro América, 3.ª edición, 1914, pág. 433) presenta signo evidente de desgaste, de erosión y de senectud. Están mucho más agrietadas y hasta cierto punto arrugadas y su zócalo arcaico esLá más al descubierto que el de las «Cordilleras». También algunos de los cordones de colinas y los bordes de la planicie de la región montañosa del Paraguay son designados comúnmente como cordilleras en la costumbre del país. En el esquema de Ovicdo que aquí presentamos «Cordillera» es sinónimo de «costa montañosa continental».
(Nota f) La relación se encuentra en Oviedo, Historia General y Natural de las Indias, lib. 25, (edición Madrid, 1852, tomo II, pág. 269 - 331).
(Nota g) S. RUGE, El desarrollo de la, cartografía en América hasta 1570, Petermanns Mitteilungen, cuaderno complementario N.º 106, 1892, pág. 53.
(Nota h) The date of Oviedo's Maps of the Maracaibo region, Geographical Rewiew, 1917. Ko 4, pág. 294 - 302.
(Nota i) R. SCHULLER, A nova gazeta da terra do Brasil..... es sua origem mais provavel. Annaes da Biblioteca Nacional, tomo 33, Río de Janeiro, 191.1. En el, una valorización crítica de la extensa literatura pertinente respecto al volante.
(
Nota j)
The Discovery of North - America, págs. 564 - 565.
(
Nota k) NAVARRETE.
Colección, tomo IV, págs. 215 - 216.
(
Nota l) Navarrete, además de otras partes, en pág. 216.
(Nota m) La legua marina española igual a 5,6 kilómetros, de 20 leguas por grado del Ecuador.
(Nota n) J. T. MEDINA, El descubrimiento del Océano Pacífico, Santiago de Chile, 1920, pág. CCLXII anotación 62.
(Nota ñ) Llama la atención la indicación que aparece en !as cartas del vizconde Maiollo de 1527, en la región que más o menos corresponde a la tierra de Diciembre. Porta el nombre de Cº de todos los Santos, está aislada en todo el trazado costero, carente de denominaciones, cuya dirección es NNW. Su proveniencia es difícil de explicar.
(
Nota o)
Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile, tomo v, pág. 394.
(Nota p) De acuerdo con el Diccionario es mogote un monte aislado de cumbre plana. E(n) Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile, tomo VII, pág. 506, observa que el término mogote en Náutica (como también el adjetivo amogotado) se aplica a «las puntas de peñas que sobresalen» o sea a las escolleras rocosas afloradas.
(Nota q) En las latitudes entre 50 y 48º que entran en consideración en los contornos occidentales de las islas exteriores (Mornington, Tagart, Kalau, Stosch, Esmeralda, Covadonga. Patricio Lynch y Campana), a distancias más o menos corta entre una y otra, se encuentran más o menos una docena de montes aislados o mogotes, los más de una altura entre 600 y 800 metros y siguiendo aproximadamente por el meridiano de 75º030' de longitud W.
De S. a N. son los siguientes:
Monte, Corso, lat. 49º46', 470 mts.
Pico Spartan , lat. 49º40', 650 mts.
Monte Spite, lat. 49º25', 798 mts.
Monte Nadelkissen, lat. 49º12', 950 mts.
Monte Valenzuela, lat. 49º00', 721 mts.
Picos Paralelos, lat. 48º45', 630 o 780 mts. (?)
Pico Pardo, lat.48º36', 600 mts.
Pico Breaker, lat. 48º29, 646 mts.
Monte Roth, lat. 48º14', 600 mts.
Monte Serrucho, lat.48º09', 785 mts.
Pico Dora Sur, lat. 48º07', 698 mts.
Derrotero de las costas de Chile, tomo 111, Valparaíso, 1919. Anuario Hidrográfico, tomo XXXIII, pág. 319. Corresponden las cartas chilenas N.o 162 y 163.
(
Nota r)
Magellan, La question des Moluques. Bruselas, 1911, pág. 296.
(Nota s) Muy clara es también la relación de Maximilianus Transylvanus «que la tierra firme que Magallanes veía que a la derecha iba dejando, daba vuelta y se volvía hacia la parte septentrional y enderezó su viaje contra aquella parte entre el occidente y el septentrión», etc.
(
Nota t) NAVARRETE,
Colec., tomo IV, pág. 216.
(Nota u) En la relación de Antonio de Brito al rey de Portugal del año 1528, la alteración decisiva del rumbo se lleva a cabo tan sólo cuando alcanzaron a 32° grados Sur. Luego que se vieron fuera en ancha mar gobernaron derechamente a la línea...., y cuando estuvimos a 32º tomaron la vía del oes - nor oeste. (Navarrete, Col. tomo IV, página 308.)
(Nota v) Un trazado general de la ruta que coincide con los datos la da O. Kolliker. El primer viaje de circunnavegación de la tierra, Muenchen y Leipzig, 1908, hoja 30, parte primera. También J. Denucé, Magellan, etc. Bruselas, 1911.
(
Nota w) También en otro párrafo, pág. CCLXVI.
(
Nota x) Denucé, pág. 299.
(Nota y) Navarrete, Cl., tomo v, documento 14. El bastante detallado diario que contiene la descripción del Estrecho de Magallanes ha sido publicado en el Anuario Hidrográfico chileno, tomo v, pág. 406 y siguientes, con numerosas anotaciones y explicaciones por R. Guerrero Vergara.
(Nota z) En conformidad a la carta de Fitzroy de 1308 pies, en conformidad a Chaigneau «Derrotero del Estrecho de Magallanes», Anuario Hidrográfico, tomo XXII, pág. 217, aproximadamente 443 metros de altura.
(Nota aa) Narrative of the surveying voyages, etc. Londres, 1839, Anuario Hidrográfico, tomo XXII, pág. 207.
(Nota bb) En conformidad a Guerrero Vergara idéntico con el Cabo Victoria de Magallanes que más tarde se denominó Cabo King. 52°24' S. y 74°42' long. W.
(Nota cc) .....«les parecía que era allí acabamiento de tierras» (Urdaneta, en Navarrete, Col., tomo v, pág. 404.)