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martes, 8 de diciembre de 2009
El Mercurio: REEDITAN LIBRO PATAGONIA OCCIDENTAL DE HANS STEFFEN
Artículo aparecido en El Mercurio, Suplemento Artes y Letras, Domingo 06 de diciembre 2009, página 5: hacer clic acá.
domingo, 29 de noviembre de 2009
RECUERDOS DEL TRIBUNAL ARBITRAL DE LONDRES
por Hans Steffen
El propósito de resolver, por medio del arbitraje, los problemas de límites ha sido expresado ya por Chile y Argentina en uno de los más antiguos tratados concernientes a la materia, el del año de 1855, y reiterado más tarde en los tratados fundamentales de 1881, 1888, 1893 y 1896. Sin embargo, se presentó una última dificultad el año de 1898, cuando resultó inevitable la apelación al Tribunal Arbitral. Chile insistió, desde luego, en la aplicación más vasta de un fallo arbitral, mientras que Argentina lo quiso aceptar sólo en forma restringida, o sea de caso a caso, es decir, cada vez que se presentasen desacuerdos entre los peritos acerca de la fijación de ciertos límites, y que los Gobiernos no consiguiesen solucionar. Tal vez se explica la oposición de Argentina a una acción ilimitada del Tribunal Arbitral por las experiencias nefastas que sufrió aquel país en otros dos conflictos fronterizos, que fueron sometidos al fallo arbitral, es decir, en los años de 1876 a 1878 con el Paraguay, y durante los años de 1889 - 1895 con el Brasil. En ambos casos los jueces árbitros (lo eran los Presidentes de los Estados Unidos Hayes y Cleveland) fallaron juicios que fueron desfavorables para Argentina, rehusando en su totalidad sus pretensiones territoriales por considerarlas injustas.
El Perito argentino, señor Moreno, aun hizo empeño, durante las deliberaciones que precedieron al establecimiento de las dos proposiciones de líneas fronterizas en el año de 1898, en el sentido de, si no de hacer caso omiso del todo del Tribunal Arbitral, por lo menos de darles una fijación más clara, mediante declaraciones especiales, acerca de ciertas expresiones contenidas en el tratado (como ser el significado de Cordillera de los Andes). Si esto no resultó y si el Tribunal finalmente se reservó el derecho de libertad absoluta de acción, también en cuestiones de principios, éste fue uno de los pocos éxitos de Chile en las discrepancias diplomáticas tan largas que precedieron a la acción del Tribunal de Londres. En capítulos anteriores hemos tenido oportunidad de mostrar que el Tribunal Arbitral ha colocado hitos fronterizos, para cuya colocación no tomó en cuenta para nada la situación en la «Cordillera de los Andes», exigida por Argentina como condición previa inevitable. Es inútil formular conjeturas acerca del motivo por el cual, en el convenio de 1896, fue elegida Gran Bretaña, como potencia arbitradora. Lo cierto es que aquel país, más que todos los demás —por lo menos en Europa— debía estar interesado en la solución pacífica de la cuestión de límites chileno-argentina, ya que éste, en ambos lados y por cierto, en mayor escala en Argentina, ha invertido valores por muchos millones, los cuales habrían quedado en peligro en caso de una agresión por las armas. Las relaciones oficiales de Gran Bretaña con Chile eran, desde mucho tiempo, de las mejores; una prueba de lo anterior consiste en que la flota inglesa era considerada como un gran ejemplo y una escuela benévola de la marina chilena, la cual demostró su brillante eficacia en la guerra contra el Perú en los años de 1879-1883. Durante la guerra civil del año de 1891 estas relaciones tampoco sufrieron ningún entorpecimiento —contrariamente a la situación con los Estados Unidos, país que no gozaba de una simpatía muy marcada en Chile, por su partidarismo con los balmacedistas en los años de la lucha civil de 1891.
En Argentina los sentimientos amistosos hacia Gran Bretaña eran tan marcados como en Chile, y además estos sentimientos de amistad tuvieron un apoyo financiero de suma importancia por la fuerte participación del capital inglés en el desarrollo económico del país, especialmente en la construcción de ferrocarriles.
A pesar de que la apelación al Árbitro por Chile y Argentina tuvo lugar en Noviembre de 1898, y que encontró benévola acogida de parte de la Reina Victoria, el Tribunal Arbitral elegido para entender en el asunto se constituyó alrededor de Febrero de 1899. Sus tres miembros eran, además del comandante Sir Thomas H. Holdich, el general Sir John C. Ardagh, quien se destacó en forma prominente en el Congreso de Berlín (1878) y en las modificaciones de fronteras subsiguientes realizadas en la península de los Balcanes, y un miembro de la Corte más alta de Inglaterra, Lord Macnaghten, quien fue nombrado Presidente del Tribunal.
Las deliberaciones siguieron muy despacio. Debido a la ausencia del general Ardagh, sólo a fines de marzo tuvo lugar una sesión del Tribunal, en la cual se acordó oír en una próxima junta las bases de las pretensiones fronterizas de las partes. En efecto, el 8, 9 y 11 de mayo se celebraron tres sesiones en el Foreign Office, en las cuales se leyeron una larga memoria preparada por Chile, y la contestación muy corta de Argentina. Se suspendieron las reuniones sin que se hubiera establecido un programa fijo para los procedimientos posteriores.
La memoria presentada por los representantes chilenos era, en términos generales, la traducción de un folleto, redactado por el Perito Barros Arana, que trató en forma muy ilustrada el extenso material de la cuestión de límites chileno-argentina; sus antecedentes históricos y diplomáticos, la explicación de los tratados, las demarcaciones de límites ya hechas en la cordillera, las ventajas del principio del divortium aquarum como principio para la demarcación de límites, y su aplicación en el derecho internacional, los ataques que se le habían hecho y cito algunos casos especiales, como ser la fijación de la línea de frontera en el paralelo 52° en el paso de San Francisco y en el Lago Lacar, aludiendo asimismo a la ocupación indebida de ciertos valles de la zona en litigio.
Las explicaciones de la delegación argentina, en cambio, eran bastante pobres y no respondieron en ninguna forma a la enorme obra de información geográfica que Moreno había acumulado desde 1896, para la justificación y apoyo de su línea fronteriza. Es fácil de comprender que los delegados argentinos, Moreno y Montes de Oca, manifestasen, con fecha 18 de mayo, el deseo de presentar al Tribunal una memoria de defensa más completa, en vista de lo cual el Tribunal declaró que estaba dispuesto a tomar en consideración las memorias y argumentos de cualquiera de las dos partes y a dar oportunidad a ambas para contestar los alegatos del contrario.
Dentro del seno de la delegación argentina deben haber existido en aquel tiempo diferencias de opinión acerca de la táctica más conveniente de procedimiento, pues aún el 6 de mayo el representante chileno en Londres, don Domingo Gana, dio cuenta a su Gobierno que su colega argentino, don Florencio Domínguez, le había informado que, según el parecer del Gobierno argentino, eran superfluos alegatos más extensos de parte de los litigantes como estaba dispuesto a oír el Tribunal, y que éste debiera limitarse a examinar el material y tratados ya existentes y nombrar una comisión para el estudio del terreno. Por consiguiente él (el Ministro argentino) no presentaría en la sesión próxima ninguna memoria especial sobre la cuestión de límites, sino que solamente recordaría los tratados y convenios, sobre los cuales se basaba su Gobierno.
Después de las sesiones de 8 al 11 de mayo, Moreno parece que impuso su propósito de presentar por parte de Argentina un material muy superior al chileno, tanto por su volumen como por su presentación exterior, para el estudio de la cuestión de límites, sobre todo en sus relaciones geográficas, agregando valiosos mapas y proyecciones. Según se decía, llegó a esa resolución por influjo de la intervención personal del Ministro de Relaciones Exteriores, don Amancio Alcorta, quien en aquel momento residía en Londres.
Su consecuencia inmediata fue naturalmente una prolongación imprevista del funcionamiento del Tribunal Arbitral, pues la representación chilena se vio obligada a profundizar considerablemente los distintos aspectos de la cuestión de límites y hacer valer en toda su extensión todos los argumentos disponibles. Hubo que hacer una nueva memoria chilena, la cual fue proyectada de antemano como respuesta a la ya esperada obra argentina, cuya elaboración se pudo llevar a cabo en muchos puntos, sólo después de la aparición de la obra argentina. Debido a esas circunstancias no hubo más reuniones oficiales de jueces árbitros con las partes, desde las mencionadas tres sesiones en mayo de 1899, y casi toda la actividad de las delegaciones se limitó, hasta el fin del año de 1901, a la elaboración de memorias, en tomos que ocupan gruesos volúmenes, con material de mapas e ilustraciones.
La lentitud de los trabajos de la comisión argentina se manifestó en el hecho de que los dos primeros tomos aparecieron a fines de mayo de 1900, a los cuales siguieron, a principios de agosto del mismo año, el tercero y cuarto tomo, mientras que los correspondientes mapas sólo salieron en el curso de diciembre de 1900 hasta abril de 1901. La obra chilena, compuesta de cuatro tomos de texto y dos tomos de documentos, con nueve hojas de mapas, estaba tan adelantada en enero de 1902 que la Comisión Holdich que salió a la zona en disputa pudo llevarse un ejemplar completamente terminado.
La acentuación más fuerte de los elementos geográficos en los problemas de límites, que se obtuvo especialmente por Moreno en esta última fase del conflicto, dio oportunidad a los representantes argentinos para desarrollar en Londres, con todos los medios disponibles, una propaganda sumamente eficaz en pro de los intereses de su país. Con esto llego a uno de los puntos más delicados, y para mí personalmente más desagradables en la historia de la cuestión de límites, pero que no puedo omitir para evitar que se excluya el aspecto de la fase londinense de la disputa, que no ha perdido nada de su antigua rigidez, a pesar de las cortesías aparentes, y que fue una de sus características más marcadas.
El perito argentino, Moreno, supo atraerse simpatías, como era de esperar, en el centro de la actividad geográfica de Londres, es decir, en la Real Sociedad Geográfica, inmediatamente después de su llegada a la capital británica.
De acuerdo con su prestigio de explorador y director del Museo de La Plata, fue saludado solemnemente en la sesión de la Sociedad celebrada el 29 de mayo de 1899, y recibido cariñosamente por su presidente, Sir Clemente R. Markham, como rara vez ocurre tratándose de no ingleses que hablaban allá de sus viajes y exploraciones.
Uno de los miembros del Consejo (Council) de la Sociedad era Sir Thomas Holdich, quien también se hizo cargo del papel de geógrafo entre los miembros ingleses del Tribunal Arbitral.
En la sesión mencionada de la Sociedad, Moreno hizo leer una conferencia con el título de «Exploraciones en Patagonia», con un cierto número de espléndidas proyecciones tomadas por sus ingenieros y funcionarios. En esa conferencia hizo resaltar los numerosos problemas científicos que aun quedaban por resolver en Patagonia, y supo concentrar la atención del auditorio, especialmente por su proposición en el sentido de que la Sociedad Geográfica, conjuntamente con otras instituciones inglesas, como el Museo Británico, la Sociedad Real, etc., junto con Argentina, emprendieran investigaciones sistemáticas de aquellos países. En las conversaciones subsiguientes a la conferencia, la proposición encontró una acogida entusiasta de parte de uno de los Vice-presidentes de la Sociedad, el coronel G. E. Church, que felicitó a Moreno. El interés hacia Argentina, hacia los servicios destacados de su Perito, y finalmente hacia la cuestión de límites que tenía que sostener contra un mal vecino, se despertó. Chile, aun cuando no siempre se decía abiertamente, ante los ojos del público inglés, hizo el papel de peleador y perturbador de la paz. Ya en julio de 1899 el Ministro chileno, señor Gana, comunicó a su Gobierno a Santiago que le llamaba la atención hacia el espíritu antichileno sistemático que animaba a varios órganos de la prensa londinense, contra el cual poco podían conseguir aún las refutaciones oficiales. Se describía a Chile como un país pobre por naturaleza, cerca de la ruina, dividido por querellas intestinas, cuya administración había perdido su prestigio anterior, y que buscaba, en aquellos momentos, salir de las dificultades de su situación provocando conflictos con los países vecinos.
No es sorprendente que en Londres, aun entre personajes influyentes de la Sociedad Geográfica, se formase un concepto cabal acerca de la situación del conflicto de límites chileno-argentino, dada su complejidad y extensión, y la poca claridad de todo el asunto.
Era muy cómodo para Moreno inventar ciertos términos, para facilitar la comprensión de esta materia complicada, palabras que fueron repetidas por todos aquellos que no tenían tiempo o ganas de ocuparse más detenidamente de la materia. Por este motivo, Moreno sugirió a la gente la opinión que estas querellas fronterizas eran un asunto netamente geográfico, en el cual importaba encontrar, para la limitación de los Estados, una línea de cumbres o altas cadenas, convenientes para los dos países, que correspondiesen como main chain a las estipulaciones del tratado de límites. No se habló ni una sola palabra de que ya se había fijado expresamente en los tratados el principio de demarcación geográfica, del divortium aquarum, ni de que cuando se hizo cuestión de él, fue tratado como una locura del Perito chileno, Barros Arana, al cual éste se atenía, como el que esto escribe, contra toda razón, y se decía que debido a su avanzada edad no podía ya visitar personalmente las zonas en litigio y fue engañado, así como el autor de estas líneas, por sus ingenieros y consejeros.
En realidad, en aquel tiempo eran muy pocos los geógrafos y políticos ingleses que se ocupaban con detención de los problemas del conflicto de límites, bien que hay que decir que no faltaban quienes defendían el punto de vista chileno. Quiero mencionar en esta ocasión al viajero F. A. Gerald, conocido por sus excursiones al Aconcagua, en cuya obra The highest Andes, editada en 1899, hay un capítulo que trata de la cuestión de límites, el cual tiene un valor especial por provenir de una parte completamente independiente e imparcial. En esa obra se explica, en forma breve y exacta, tanto el concepto chileno como el argentino del tratado, y con delicada ironía se demuestra con qué cuidado el Perito argentino, en sus declaraciones oficiales, omite la cuestión del divortium aquarum. En ella se dice, con relación a la definición de Moreno mencionada con frecuencia en los principios que observa en su proyecto de línea de frontera: «In this declaration it will be observed, how carefully the question of the waterdivide is hidden out of sight behind the predominating edge of the principal and central chain of the Andes» (a. a. O. S. 383). (En esta declaración se nota cuan cuidadosamente se oculta la cuestión de la línea divisoria de las aguas detrás del ángulo predominante de la cadena principal y central de los Andes). Esta y otras observaciones críticas del mismo autor sólo eran gotas en el mar de alabanzas exageradas que se manifestaban al Perito argentino en Londres, pero sin valor para la formación de una opinión general sobre el objeto en discusión.
En esta relación se puede mencionar que todavía en el año de 1897, en un remitido extenso que el Geographical Journal, órgano de la Sociedad Geográfica de Londres, dedicó a un trabajo redactado por mí acerca de la cuestión de límites chileno-argentino, con consideración especial de la Patagonia (Revista de la Sociedad de Geografía, Berlín, 1897, N.° 1) no se notaba absolutamente nada de la posición negativa y desconfiada contra Chile y sus representantes en el conflicto, que asumió después. Como prueba cabe reproducir las primeras frases de esa publicación. «The voluminous nature of the literature on the question of the boundary, between Chili and Argentine, and the plausible advocacy by writers on the one or the other side of the particular view which favours their own nation, renders the clear and impartial review of the whole question by Dr. Steffen in the Zeitschrift of the Berlin Geographical Society, of special value to those who have not the time or opportunity to search through the mass of original documents which bear on the subject. Copious references to these are given in the course of the article, while Dr. Steffen's personal acquaintance with a portion of the region in dispute, from his well - known journeys between 1893 and 1896 makes him well qualified for the task he has undertaken» (A. a. O. N. ° 2, August 1897 S. 214) (El gran volumen de la literatura sobre la cuestión de límites entre Chile y Argentina, y la tendencia de alegatos convincentes que anima a los escritos de los autores de uno y otro país, y la exposición sólo de los puntos que favorecen a su propio país, da un valor prominente a la exposición clara e imparcial de toda la cuestión hecha por el Dr. Steffen en la revista de la Sociedad Geográfica de Berlín, de especial valor para los que carecen de tiempo y oportunidad de buscar entre la masa de documentos originales que tratan de la materia. En el curso de este artículo se hacen numerosas referencias al objeto y el conocimiento personal que el Dr. Steffen tiene de una parte de la región en disputa, desde que realizó sus conocidos viajes desde 1893 hasta 1896, lo capacitan especialmente para la tarea que ha emprendido. (A. a. O. N.° 2, agosto, 1897, pág. 214). El representante de la Sociedad Geográfica de Londres entonces daba poca importancia al asunto, sólo dos años más tarde, cuando principió a dar resultados la propaganda de Moreno, la situación cambió.
Cuando en octubre de 1899, dando lugar a un cablegrama urgente, del representante de Chile en Londres, Gana, fui nombrado por el Gobierno consejero científico de su delegación, encontré allá, en la misma Sociedad, una atmósfera de desconfianza y casi podría decirse, cierta hostilidad contra hombres y cosas que tenían relación con Chile. No se debe olvidar que el Presidente de ella, Sir Clements R. Markham, era el mismo que, en sus publicaciones sobre la llamada «guerra del salitre» entre Chile y Perú, fue el defensor del Perú y quien criticó los excesos de los chilenos al ocupar el país enemigo, con duras palabras ante todo el mundo. Sus conocimientos en todos los asuntos geográficos, históricos y políticos de Sudamérica, especialmente en los estados del oeste, no tenían límite y su participación en importantes expediciones al Ártico, como también a la India, Ceylan y Abisinia, y su larga actividad como Presidente de la Sociedad Hakluyt, le dieron una influencia preponderante en los círculos de los geógrafos ingleses, y científicos en general. Era de suponer que la actividad anti-chilena de Moreno no encontraría de esta parte una resistencia muy notable; pero hasta donde se extendía su influencia sólo lo demostró una conferencia que di el 19 de marzo de 1900, ante la Sociedad, a instancias del Presidente Markham, sobre los resultados de mis expediciones a la Cordillera patagónica. El tema que elegí era «La Cordillera Patagónica y sus principales ríos entre la latitud meridional de 41° y 48°», y su elaboración escrita se entregó al Secretario de la Sociedad, Dr. Scott Keltie, junto con los mapas de nuestra obra sobre la cuestión de límites, que en aquellos días fue elaborada por la delegación chilena, más o menos un mes antes de la conferencia. En aquel tiempo, y probablemente hoy día todavía, era costumbre de la Sociedad someter la conferencia escrita a un crítico, nombrado de antemano, a quien se daba la palabra para su aprobación en un discurso que era costumbre pronunciar después de la conferencia.
Mi trabajo fue entregado al ya mencionado Coronel Church, quien figuraba en la lista de críticos de entonces como perito para la mayor parte de los estados latino-americanos y pertenecía desde hacía algún tiempo al «Consejo» de la Sociedad. Church adquirió renombre por las fotografías que tomó en el Río Madeira y Purus en el Brasil alrededor de 1870; más tarde tuvo participación en las construcciones argentinas de ferrocarriles y publicó en el Journal varios artículos sobre la geografía de los países del Plata. Patagonia y las zonas en disputa de la cordillera sureña, es decir, el verdadero objeto, de mi conferencia, sólo las consideraba desde el punto de vista del Perito argentino en Londres.
Como amigo íntimo de Moreno, era su consejero y en parte colaborador en la redacción de la obra argentina sobre la cuestión de límites.
En el día de la sesión, cuando mi conferencia tenía que pronunciarse dando lugar al deseo especial del Dr. Keltie, borré todavía algunas partes de mi trabajo, que, como él temía, podían dar motivo a una discusión sobre el problema fronterizo chileno-argentino y con esto hice todo para cumplir con sus deseos, que solicitó de mí en un escrito en la siguiente forma: «Our only interest is in geography, and we do not wish to have any concern with boundary questions nor appear to favour one side more than the other». (Nuestro único interés está en la geografía y no deseamos tener ninguna participación en asuntos de límites, ni aparecer favoreciendo a una parte más que a otra.) Sucedió entonces, contra toda expectativa, que el coronel Church, después de mi conferencia, pronunció un discurso en el cual criticó mis ilustraciones en forma maligna y burlona, refiriéndose precisamente a las partes de la conferencia que tuvieron mayor importancia, en forma que provocó entre el auditorio la impresión que yo presentaba un aspecto completamente falso del macizo de la cordillera patagónica y su red fluvial. Finalmente leyó fragmentos incompletos de un escrito del geólogo americano Hatcher, los cuales, según él, contenían la mejor refutación de mis ilustraciones.
Contesté que Hatcher, si bien había ejecutado investigaciones geográficas en los bordes de la cordillera y en la región de la meseta, en el 47° y 48°, no había penetrado por ninguna parte a la verdadera cordillera alta, y que las citadas indicaciones de Church sobre el macizo de los Andes meridionales sólo eran la reproducción de miras que provenían de fuente argentina.
Para mí personalmente, este incidente halló una solución rápida y satisfactoria, pues entró de inmediato en la discusión Sir Clements Markham, quien presidió 1a sesión, y contradijo en palabras finas pero claras el error de su colega Church. Dijo entre otras cosas: «This evening, he (Church) has nearly siged his wings on the burning question of arbitration». (Esta tarde, él (Church) casi chamuscó sus alas en la inflamable cuestión del arbitraje). Además, el día siguiente no sólo recibí un pequeño escrito de mano del mismo Sir Clements, en el cual manifestaba su pesar por el incidente, sino que también me remitió una comunicación oficial del Secretario de la Sociedad, en la cual se decía que el Consejo estaba dolorosamente sorprendido por el procedimiento del Coronel Church, y que, desaprobaba este lamentable asunto; agregando que no se publicarían en el Journal las alusiones del conferencista.
La delegación argentina en Londres mandó inmediatamente informes cablegráficos a Buenos Aires sobre el incidente, donde no tardó la aparición, en toda la prensa cotidiana, de artículos tendenciosos y exagerados; estos remitidos también vieron la luz en la prensa chilena. La verdad de lo sucedido lo escribí, a instancias del Ministro Gana, en una comunicación al Gobierno chileno. Me abstuve, sin embargo, de remitir una refutación a la prensa por consideración a la persona del agente diplomático de Chile, ya que algunos comentarios hechos en diarios chilenos expresaron que podría haberse evitado probablemente todo el incidente si el Ministro Gana, como en su tiempo el representante argentino, Domínguez, en la recepción de Moreno, hubiera acogido la invitación para concurrir a la sesión del 19 de marzo e impedido así, con su sola presencia, el ataque indebido.
La tirantez de relaciones entre las partes aumentó en forma alarmante en el año de 1900, a pesar de que el Tribunal Arbitral cumplía su misión y de que dispuso en la víspera de la terminación de sus labores de la memoria oficial y de los mapas. Pero no se puede callar que ella tuvo su origen en la propaganda más y más amarga, y ajena a toda consideración, que precedió, que Moreno y sus agentes, preferentemente en Londres, pero también en París e indirectamente también en Alemania, desarrollaron contra todo lo chileno.
Confiando en la imparcialidad del Tribunal Arbitral, Chile observaba una actitud severa y de absoluta reserva, frente a las actividades de bulliciosa agresión de la delegación argentina en Londres, como también ante las ocupaciones reiteradas de Argentina en las zonas en disputa. Aun en el año de 1898, ante la fuerza militar y discursos provocativos pronunciados en presencia de representantes del Presidente de la República y del Ministro de Relaciones, con ocasión del restablecimiento del fuerte Maipú y de la fundación del lugar de San Martín de los Andes, en la ribera oriental del lago Lacar en la zona en disputa, sólo hubo una queja del Ministro chileno en Buenos Aires, la que fue contestada evasivamente por el Ministro argentino Alcorta. Las agresiones de las autoridades argentinas contra colonos chilenos en las posesiones occidentales de la línea divisoria de las aguas aumentaban y producían también en la zona bélica una situación insoportable que de un momento a otro podía provocar una ruptura.
A pesar de su resistencia, Chile no podía, sin embargo, sustraerse a la obra, y por lo menos debía preocuparse de construir, para la comisión del Tribunal Arbitral que, según convenio del 17 de abril de 1896, tenía que visitar antes del fallo el límite en disputa, caminos de acceso desde el Oeste hasta los valles de la zona sub-andina, reclamados por Chile, en el curso superior del río, al sur del 41°, que conducirían por la zona de Chile no incluida en la querella. Aun al principio del año de 1900 existía la circunstancia, algo vergonzosa para Chile, que las subcomisiones chilenas que fijaron, por ejemplo, la región de la línea divisoria de las aguas en el Aysen superior, o en los Lagos Cochrane y San Martín, tuviesen que emprender marchas, durante semanas enteras, para llegar a su campo de trabajo, desde Puerto Montt, por el Paso Pérez Rosales y Nahuelhuapi, por la Pampa de la Patagonia argentina. Sobre todo, era el General Arístides Martínez, sucesor del Perito Barros Arana, quien comprendió la necesidad de remediar este punto y quien dio comienzo, enérgicamente, a la construcción de por lo menos una media docena de caminos viables desde la costa al interior. Para este fin, se escogieron los valles de Cochamó - Río Manso, Yelcho - Futaleufu, Aysen - Simpson, Río Baker - Tamango (Chacabuco) y Río Pascua, y los trabajos siguieron en tan buena forma que, como lo hemos visto en otros capítulos, los caminos nombrados ya eran de un valor incalculable para el traslado de las comisiones y transporte del material expedicionario a la ocasión de la vista de la comisión de inspección.
La relativa facilidad y rapidez con que se llevaban a cabo estas construcciones eran un buen contra-argumento contra la tesis alegada incesantemente por Moreno, en el sentido de que la cordillera patagónica en conjunto, con el límite elegido por él, era una barrera invencible, en absoluto, entre la costa del Pacífico y los valles sub-andinos exigidos por Argentina y en parte ocupados. Al contrario, se veía claramente que generalmente sólo era menester ensanchar los pasos abiertos por la expedición chilena entre la maleza de los valles, facilitar la travesía difícil de ríos, por medio de la construcción de puentes, reemplazar las líneas derechas de las angosturas por caminos secundarios; para crear de esta manera, a los colonos, en la zona en disputa, y en la orilla oriental de las montañas, las posibilidades tan sumamente necesitadas de tráfico y de consumo en los puertos de la próxima costa occidental, y de evitarles, en esta forma, los viajes de meses en carretas por trechos desiertos, sin agua y sin habitación, a los mercados argentinos.
De parte argentina se trató inmediatamente de combatir esta actividad de la comisión chilena de límites para lo cual, desgraciadamente, se valía del medio de difundir sospechas y propagación de afirmaciones falsas sobre el objeto de aquellas construcciones camineras. Se decía que el Gobierno chileno había mandado construir secretamente caminos y puentes estratégicos en las zonas sujetas al Tribunal Arbitral y había, por lo tanto, violado la neutralidad de esos territorios, como si la ocupación y colonización argentinas en el territorio en disputa desde varios años antes, no hubieran importado una violación mucho más grave de la «neutralidad», con lo que se burlaba abiertamente las declaraciones solemnes del Ministro argentino, Zeballos, hechas el año de 1898 de mantener a toda costa el statu quo en las regiones en disputa. La polémica desagradable y hasta peligrosa para la paz sobre la construcción de «Caminos estratégicos» no sólo se seguía en la prensa cotidiana, sino que también fue acogida en revistas serias, científicas. Como prueba sólo mencionaré un artículo del Scottish Geographical Magazine, del Anuario XVIII, N.° 2, 1902, en el cual se ilustraba la situación en estos términos: «Before they had been able to get to work, however, a serious incident occurred, which gave rise to the gravest apprehensions. Some Chilians, in the direct employment of their Government, were discovered make roads and building bridges on one of the very pieces of ground that had been declared subject to arbitration, and therefore to be held as neutral territory… When called on for an explanation, the Chilian Government declined to say anything, because it had been reported that some Argentines had been seen traveling over neutral ground in the far south. Ultimately however, Chile agreed to withdraw her men, who, she said were merely making preparation to facilitate the work of the British commissioners when they arrived». Etc.
Según parece, los mismos miembros del Tribunal inglés se dieron finalmente cuenta de que el arrastrar por más tiempo los alegatos substanciales de los partidos en voluminosas obras y mapas, a que obligó la táctica de Moreno, no conduciría a ningún resultado bueno. Por lo tanto se resolvió, en enero de 1902, mandar, presidida por uno de los árbitros con toda rapidez, la comisión exigida por el tratado de arbitraje para examinar el terreno en disputa. La estación del año ya estaba tan avanzada que no era posible realizar expediciones de mayor importancia en los Andes sureños y mesetas patagónicas durante el verano de 1902, pero finalmente se consiguió convenir un programa general que permitiría a los delegados ingleses, con un poco de buen tiempo y el evitar una estada inútil en Buenos Aires, Santiago y otros puntos inevitables dar el vistazo deseado de la zona en disputa y que les permitiría formarse una idea de las posibilidades económicas y de la colonización de la zona.
El 3 de enero la comisión, presidida por Sir Thomas Holdich, a quien le acompañaban cuatro oficiales experimentados en fotografías topográficas y en viajes de ultramar, salió de Southampton. De parte de Argentina la comisión era acompañada del perito Moreno, quien movilizó, en distintas partes de la zona fronteriza, su numeroso personal de asistencia científica e ingenieros, mientras que, de parte chilena, se mandó, fuera de mí, a todos los jefes de las sub-comisiones y los ingenieros encargados de la construcción de los caminos de la Cordillera patagónica, a fin de dar a la comisión en el viaje todas las informaciones deseadas.
No es necesario que yo refiera aquí la actividad de la comisión de inspección, ya que he dado cuenta de ella en distintas partes de este libro. En resumen, puedo decir que se alcanzó el objeto indicado anteriormente del viaje, a menudo sumamente duro, que duró cinco a seis meses; es decir, que se presentó en él la oportunidad de oponerse, en muchos puntos, a la propaganda anti-chilena que ejercían en Londres, Moreno, Church, etc., presentando, por ejemplo, la prueba que en distintas partes, la configuración de la región de la línea divisoria de las aguas correspondía mejor a la realidad en los mapas chilenos que en los argentinos. Además los delegados tenían que llegar a la convicción que las sospechas de haber presentado ilustraciones falsas de la montaña, como las que presentó Church, con ocasión de mi conferencia ante la Sociedad Geográfica de Londres, y contra la comisión chilena de ingenieros, sólo eran un aborto de las mismas sistemáticas persecuciones anti-chilenas, mediante las cuales se envenenaban inútilmente las relaciones de las partes.
El 14 de mayo se dio por terminada la inspección oficial del comandante Holdich, en la pequeña colonia de Koslowsky, en la parte superior del valle de Simpson y disueltas las comisiones. Sus miembros ingleses regresaron juntos con los argentinos a la costa atlántica, es decir, a Buenos Aires, mientras que yo y los ingenieros chilenos nos dirigimos por el camino estratégico, en aquel tiempo ya viable, por el valle de Coihaique, y su continuación en los valles de Simpson y Aysen hacia la costa del Pacífico, desde donde continué mi viaje a Puerto Montt y Santiago. De esta manera, finalmente, rendimos la prueba, de que la cordillera patagónica, que tuvimos que atravesar desde el Río Manso superior, a través de la línea divisoria de las aguas, hasta la embocadura del Río Aysen, no es, ni en el invierno con fuertes nevadas, un impedimento, ni un límite infranqueable. Sin embargo, no faltaron dificultades en esta expedición, pero estas consistieron en su mayor parte en que la nieve del invierno doblaba las cañas quedadas en pie, y partes de madera, en ambos lados de la antigua obra de derribo, hicieron invisible el camino en algunos trechos. Empleamos no menos de quince días en la primera travesía invernal de la Patagonia occidental, desde el Oriente, que nos ocupó diez días de marcha y cuatro días de descanso, mientras que en los meses veraniegos, ya en aquel tiempo, se necesitaba apenas la mitad de ese tiempo.
En 10 de junio alcanzamos el punto final del camino, cerca de la desembocadura del río Aysen, donde nuestro antiguo buque de expedición «Pisagua», se encontraba listo para reconducirnos al Norte.
Extraído del libro Homenaje a la Memoria del Dr. Hans Steffen, pp. 242-256, Imprentas de la Universidad de Chile, 1937.
sábado, 28 de noviembre de 2009
EL DR. HANS STEFFEN
por Ricardo Donoso
Nota 2: Contribución de los alemanes... etc.

Noticias particulares procedentes de Suiza, nos informan que el 7 de abril último dejó de existir el eminente geógrafo y profesor Dr. Hans Steffen, que durante largos años sirvió en nuestra enseñanza superior, como catedrático del Instituto Pedagógico, y que como tal formó muchas generaciones de maestros.
Formó parte el Dr. Steffen del grupo de eminentes maestros alemanes que inició sus tareas en el Instituto Pedagógico, al fundarse este establecimiento de enseñanza superior durante el Gobierno del señor Balmaceda, siendo Ministro de Instrucción Pública don Federico Puga Borne, y al que pertenecieron también los doctores Hansen, Lenz, Schneider, Tafelmacher y tantos más, que han dejado un recuerdo tan perdurable y una obra tan sólida, cuanto duradera, en nuestra enseñanza pública.
Federico Emilio Juan Steffen nació el 20 de Julio de 1865, en Fuerstenwerder, Uckermark, y fue hijo único del Dr. Steffen, de Charlotemburgo. Hizo sus estudios en el Gimnasio Emperatriz «Reina Augusta», de esa ciudad, durante nueve años, donde consagró su atención especialmente al alemán, latín, griego, francés y hebreo, y a las matemáticas, la física la historia y la geografía. Egresado del Gimnasio, el señor Steffen perfeccionó especialmente sus estudios de historia y geografía, para lo cual frecuentó las Universidades de Berlín y de Halle, desde 1883 hasta 1886. Obtuvo el grado de Doctor en Filosofía, después de haber sostenido públicamente una disertación sobre la Franconia inferior, estudio geográfico, y un año más tarde se le discernió la «facultad docendi», título que le fue conferido con un informe muy elogioso.
Terminados sus estudios, el Dr. Steffen tomó a su cargo la redacción principal de la parte geográfica de la Enciclopedia Alemana, labor que se vio obligado a interrumpir para cumplir con las obligaciones del servicio militar en marzo de 1889. Contratado para servir en nuestro país, ese mismo año, el Dr. Steffen se trasladó a Chile y de ahí a poco inició sus tareas docentes en el Instituto Pedagógico.
«En 1889 el autor de este artículo [—ha recordado el mismo Dr. Steffen—], se hizo cargo, en virtud de un contrato celebrado con el Gobierno de Chile, de la cátedra de historia y geografía en el Instituto Pedagógico, recién fundado en Santiago, para la formación de profesores de enseñanza secundaria.»«La unión de esos dos ramos, propiamente independientes, en una sola asignatura, fijada por los estatutos orgánicos del establecimiento, y no modificada después, a pesar de los esfuerzos hechos en este sentido, no podía menos de ser un obstáculo para el profesor en sus intenciones de practicar investigaciones geográficas originales y de formar discípulos para esta tarea. Además, fue rechazada mi primera oferta de participar de los trabajos preparatorios para la demarcación de límites con la República Argentina, que comenzaron a activarse en aquel tiempo.» (Nota 1)
En realidad eran la geografía y la ciencia geográfica las que interesaban especialmente al Dr. Steffen y hacia las cuales se sentía arrastrado por todos los impulsos de una vocación irresistible. Bien a las claras lo demostraron los dos trabajos con los cuales inició sus tareas literarias en nuestro país, y que fueron los intitulados La polémica sobre la autenticidad de la biografía más antigua de Colón, y otro sobre las relaciones de Colón con Toscanelli, el astrónomo florentino, reveladores de una erudición poco común y de una agudeza crítica de primer orden.
Pero, el Dr. Steffen no fue sólo un geógrafo de cátedra y un sabio de laboratorio, sino que un acucioso explorador de extensas regiones del territorio chileno. «Sólo en 1892, ha recordado él mismo en las páginas anteriormente recordadas, después de haber realizado una excursión de estudio a la región del Lago de Todos los Santos, en las cordilleras de Llanquihue, conseguí interesar al entonces Perito en la Comisión de Límites y Rector de la Universidad, don Diego Barros Arana, para mis proyectos y obtener, por su valiosa intermediación, las comisiones de gobierno y los recursos necesarios para llevar a cabo una serie de viajes de exploración y estudio en las cordilleras patagónicas, región entonces muy poco conocida y donde con toda probabilidad se iban a producir dificultades en el arreg1o del límite internacional. No teniendo a mi disposición, para ejecutar estos trabajos, sino las vacaciones de verano, no se pudo evitar el inconveniente de que mi ausencia de Santiago, motivada por las expediciones, se prolongara repetidas veces, más allá del término reglamentario, en perjuicio de mis tareas pedagógicas, por otra parte, debo advertir que en todas estas ocasiones las autoridades chilenas me dieron amplias faci1idades para cumplir con mis comisiones, dejándome, además, la mayor libertad en cuanto al plan y organización de los viajes, y prestándome su apoyo en el equipo y medios de transporte indispensables para tales empresas.»
Exploró así, en el verano de 1892 a 1893, las cordilleras de la región del Lago de Todos los Santos, recorrió el Valle de Peulla, escaló el Cordón de la Cuesta de los Raulíes, y bajó en seguida al Valle del Lago y Río Frío, que siguió hasta sus orígenes, en los ventisqueros del flanco oriental del macizo del Tronador; subió al Portezuelo Barros Arana y regresó después al lado chileno de la cordillera, por la depresión del Boquete Pérez Rosales, explorando el valle inferior del Río Cochamó.
En la temporada de 1893 a 1894 exploró la región del Río Palena, y a principios del año siguiente realizó el reconocimiento del Río Puelo hasta sus orígenes, avanzando hacia el oriente hasta donde se verifica la división interoceánica de las aguas.
La continuación de esta exploración fue realizada, en la temporada siguiente, en los primeros meses de 1896, en que recorrió el valle del Río Manso.
El reconocimiento geográfico de la Hoya del Río Aysen fue una de las de mayor valor que realizó el doctor Steffen, en la temporada de 1896 a 1897. Remontó el río hasta la Isla Flores, donde se produce la unión de sus dos brazos principales, emprendió en seguida el estudio del brazo norte, enteramente inexplorado hasta entonces, a que dio el nombre de Río Mañiuales, y siguió su curso hasta sus orígenes, avanzando hasta el divortium aquarum continental.
En el verano siguiente, 1897-1898, reconoció el valle del Río Cisnes, que era sólo conocido en su desembocadura, y en la temporada de 1898-1899 organizó una expedición destinada a explorar la región de los fjords (sic) dos situados inmediatamente al sur del paralelo 46°, y de los ríos que desaguan en esa parte del litoral. La expedición atravesó el Istmo de Ofqui, recorrió las costas del Golfo de Penas, y penetró en seguida en el Río Baker, reconociendo sus diferentes afluentes. En esta jornada se encontraron y bautizaron tres de ellos, los ríos Baker, Bravo y Pascua, y se arribó hasta región del divortium aquarum continental, y se descubrió en el interior de la región andina el valle de las lagunas Larga, Chacabuco, Juncal y Esmeralda, por donde avanzó hasta alcanzar la extremidad occidental del gran Lago Cochrane.
Como resultado de todos estos viajes, el Dr. Steffen redactó extensos informes, de alto valor geográfico y científico, que suscitaron el interés de todo el mundo sabio. Por la atención que consagró al estudio de la Patagonia Occidental, y por la duración de sus viajes, el Dr. Steffen se constituyó en una verdadera autoridad en el conocimiento de esa extensa región de nuestro territorio.
Al constituirse el Tribunal Arbitral, que debía entender en la cuestión de límites con la República Argentina, el Dr. Steffen fue designado, por decreto de 11 de Octubre de 1899, del Ministerio de Relaciones Exteriores, para cooperar, en calidad de consultor técnico, conjuntamente con el ingeniero señor Alejandro Bertrand, en la defensa de los intereses de Chile. El eminente profesor tuvo así la ocasión de trabajar en estrecha cooperación con el agente diplomático de Chile ante el Gobierno británico, señor don Domingo Gana, funcionario que había contratado sus servicios en Alemania. «Habiéndose sometido, hacia fines de 1898, ha recordado en el trabajo ya mencionado, todo el litigio de límites al fallo de S. M. Británica, se instaló la Comisión Arbitral Chilena en Londres bajo la presidencia del Ministro de Chile en Gran Bretaña, a la cual fui agregado como asesor técnico en octubre de 1899. Mi tarea principal fue entonces la cooperación a la Exposición que la delegación chilena iba a someter al Tribunal Arbitral en contestación al voluminoso Alegato argentino que salió, en diferentes intervalos de tiempo, desde principios del año 1901, y cuyos últimos planos se entregaron sólo en enero de 1902. Dicha Exposición fue publicada en cuatro tomos de texto, de los cuales he compuesto particularmente los capítulos que tratan sobre las bases históricas del litigio durante la época colonial, y la descripción del terreno litigioso de la Patagonia, comprendido entre los 41° y 52° de latitud, contribuyendo a los demás capítulos por colección de materiales, como también a la redacción de los mapas que acompañan la obra.»
A mayor abundamiento, puede citarse lo que decía el Ministro de Chile ante el Gobierno de Londres, en nota de 30 de enero de 1902. «El Dr. Steffen ha tenido a su cargo [—decía el señor Gana—] el estudio analítico de la Exposición argentina y de la documentación cartográfica que le acompaña en la sección que se extiende al sur del Tronador, y ha escrito la parte de nuestra réplica que abraza toda esta región.»
Antes de terminar sus tareas ante el Tribunal Arbitral de Londres, el Dr. Steffen realizó un viaje al territorio en disputa, que él mismo ha recordado en las siguientes palabras: «La inspección del terreno litigioso, ha escrito, por una comisión arbitral, estipulada como condición indispensable en el convenio del arbitraje, se llevó a cabo en los meses de Marzo y Junio de 1902. A la comisión, que iba bajo la dirección del coronel Sir Thomas H. Holdich, fui agregado por parte del Gobierno de Chile, para acompañarla en todo el trayecto a través de la Patagonia. Recorrimos primero una parte de la región de Ultima Esperanza, para conocer siquiera superficialmente algunos puertos y las desembocaduras de los grandes ríos, sus valles y los trabajos de caminos hechos por el Gobierno de Chile en ellos; cruzamos después el Paso de Pérez Rosales y marchamos desde Nahuelhuapi al sur, a través de casi todos los valles entonces disputados, hasta llegar al valle superior del Río Simpson (Aysen) donde se dio oficialmente término a la inspección arbitral.
«De regreso en Londres, tuve que contribuir a otra Exposición corta que la delegación chilena sometió al Tribunal, como réplica contra un memorial de los representantes argentinos, destinada a rebatir la Exposición chilena anterior. Poco tiempo después, en noviembre de 1902, se proclamó el fallo.» (Nota 2)
El mismo coronel Holdich ha rendido al Dr. Steffen un homenaje de admiración y gratitud por su valiosa ayuda a la Comisión Arbitral que visitó la zona en disputa. «El Dr. Steffen, que me acompañó durante todo el viaje desde nuestra partida de Valparaíso hacia el sur, ha escrito, hasta la terminación de nuestro reconocimiento terrestre, desde aquí se separó y partió en dirección a Cohaique, dirigiéndose al camino recientemente construido de Aysen a la costa del Pacífico. Experimentó alguna dificultad en cruzar el paso debido a la nieve, pero finalmente llegó a Santiago sin novedad. Su conocimiento práctico de la costa del Pacífico y de los caminos de la costa hacia el interior, logrados en sus exploraciones de la región en interés de las reclamaciones chilenas, no conoce probablemente rival alguno, y sus condiciones para obtener los servicios del elemento más capacitado, así como para proporcionar las últimas informaciones más detalladas en los asuntos esenciales, fue de inapreciable valor. Desempeñó las funciones de comisario y oficial encargado de los transportes, al mismo tiempo, mientras permanecimos en territorio chileno, y el de guía y consejero científico de la expedición, de modo que estaba siempre ocupado. Ciertamente el Gobierno chileno no pudo encontrar un defensor más serio y más capaz que este distinguido profesor alemán (porque, según mis noticias, el Dr. Steffen no se ha naturalizado en Chile), y en el recuerdo de una expedición que fue para mí personalmente de tanto interés, siempre evocaré agradablemente la enorme y cortés ayuda prestada por este gran explorador y geógrafo.» (Nota 3)
De ahí a poco el Dr. Steffen regresó a Chile y reanudó sus tareas docentes en el Instituto Pedagógico, a las que consagró la mejor parte de su actividad infatigable. Compartía el sabio profesor tudesco sus labores de la cátedra, con las disciplinas literarias, de las que nos ha quedado un caudal considerable de trabajos, todos ellos de alto mérito y reveladores de la solidez de su erudición, formada en dilatados años de lectura y estudios, y bebida en fuentes de primera mano. En 1909 recogió los recuerdos de sus largos viajes en la Patagonia en dos volúmenes que dio a la estampa con el título de Viajes de exploración y estudio en la Patagonia occidental.
Tenía el Dr. Steffen una inclinación acentuada a los estudios de alta erudición: la bibliografía histórica americana, antigua y moderna, le era familiar, y la agudeza de su espíritu crítico le permitía llegar a conclusiones de sólido valor científico. Entre sus trabajos de esta índole merecen mencionarse su Contribución de los alemanes al estudio de la geografía y geología de Chile durante el primer siglo de la Independencia, sus Anotaciones a la Historia Indica del Capitán Pedro Sarmiento de Gamboa, su biografía del Dr. Francisco Fonck, y los Documentos relativos a una expedición colonial a las cordilleras australes de Chile.
El Capitán Sarmiento de Gamboa alcanzó una alta celebridad por sus viajes de descubrimiento en el Mar del Sur en la segunda mitad del siglo XVI, y en numerosos documentos quedó el recuerdo de haber escrito una Historia antigua, o una Historia de los Incas del Perú, que fue enviada al Rey con un memorial fechado en el Cuzco el 4 de Marzo de 1572, cuyo texto permaneció desconocido hasta los últimos años del siglo pasado, fecha en que se le halló en la biblioteca de la Universidad de Göttingen, en Alemania. La obra, con el título de Historia Indica fue publicada en 1906 en las Memorias de la Real Sociedad de Ciencias de Göttingen, por el doctor Richard Pietschmann. La publicación de este documento, que por tantos siglos se consideró perdido, produjo gran interés en todo el mundo científico, y al estudio detenido de él consagró el Dr. Steffen una larga monografía, de exposición y crítica, en la que campea una notable erudición.
Las precarias condiciones de su salud movieron al Dr. Steffen a acogerse a la jubilación, que obtuvo en 1913. Se retiró a vivir a Berlín primero, y a Suiza, a Clavadel, en seguida, cuyo temperamento era el único adecuado al ejercicio de cualquier actividad compatible con su salud, y donde lo ha sorprendido la muerte después de una vida entera consagrada al estudio, a la enseñanza y a las disciplinas de la investigación científica.
Pero, desde su alejamiento de nuestro país, el Dr. Steffen, vivió sólo consagrado al estudio de los problemas relacionados con nuestro territorio, con su geografía y con su historia. En 1919 dio a la estampa su obra definitiva sobre la geografía de la Patagonia Occidental, y que recientemente la Universidad ha resuelto hacer traducir a nuestro idioma, y diez años después, una obra con sus recuerdos de sus tareas ante el Tribunal Arbitral de Londres. Su consagración al estudio fue constante, y los trabajos que ha dedicado a la historia de la geografía de Chile, se mencionaran siempre entre los de investigación más profunda y exactitud más indiscutible. Estuvo así el Dr. Steffen en una actividad constante, teniendo fresco en el alma el recuerdo del país a cuyo servicio había consagrado los mejores años de su vida y las energías todas de su mente privilegiada. La enumeración de sus trabajos de alta erudición, publicados en las revistas alemanas y en nuestras revistas científicas, llena muchas páginas, y ellos constituyen una contribución muy valiosa al estudio de muchos aspectos de nuestra nacionalidad. (Nota X).
Geógrafo eminente, maestro inolvidable de muchas generaciones, servidor público abnegado de nuestro país, el nombre del Dr. Hans Steffen debe ser grabado con caracteres perdurables en el templo de la gratitud nacional.
Notas:
Nota 1: Contribución de los alemanes al estudio de la geografía y geología de Chile durante el primer siglo de la Independencia. Imprenta Universitaria, 1910, 4.º, 69 páginas. Es una separata del trabajo del Dr. steffen incluído en el que ese año publicó la Sociedad Científica Alemana, con ocasión de la celebración del centenario de la Independencia del país, con el título de Los alemanes en Chile. De esta obra hay también una edición alemana.
Nota 3: The Countries of the King´s Award, por el coronel Sir Thomas Holdich, London, Hurst and Blackett Limited, págs. 382-383.
Extraído del libro Homenaje a la Memoria del Dr. Hans Steffen, pp.5-12, Imprentas de la Universidad de Chile, 1937.

sábado, 21 de noviembre de 2009
REEDICIÓN DEL LIBRO "PATAGONIA OCCIDENTAL"
Fragmentos de la presentación a la reedición del libro Patagonia Occidental. Las Cordilleras Patagónicas y sus Regiones Circundantes de Hans Steffen porEugenio Aspillaga F. y Luis Catalán T. con autorización de los autores. 2009, ISBN 978-956-319-383-1
Esta reedición del libro Patagonia Occidental. Las Cordilleras Patagónicas y sus Regiones Circundantes, del profesor y explorador alemán Dr. Hans Steffen (1865-1936), corresponde a la traducción e impresión que, en 1944, realizó la Universidad de Chile (traducido por el historiador y constitucionalista Julio Heisse González, corregido por Manuel Rojas, quien sería Premio Nacional de Literatura en 1957 y croquis tipográfico de Mauricio Amster) y que el Dr. Steffen publicó en 1919, en Berlín, con el título Westpatagonien. Die Patagonischen Kordilleren und Ihre Randgebiete.
La poderosa razón para rescatar esta obra es que, en Chile, Hans Steffen y su legado son hoy totalmente desconocidos, a pesar de su inestimable trabajo como profesor de la Universidad de Chile, investigador, erudito y explorador de la Patagonia Occidental, así como sus distinguidos servicios como "consultor técnico" de la Comisión Chilena ante el Tribunal Arbitral en Londres, que debía entender la cuestión de límites con la República Argentina y que culminó con el Laudo Arbitral de 1902.
Hoy quedan pocos ejemplares útiles de esta, su obra más importante, que nos permite aquilatar el vasto conocimiento y rigurosidad del profesor Steffen en sus observaciones, las nueve exploraciones que realizó, además de antecedentes históricos y bibliográficos que le permitieron descubrir, conocer y valorar, como pocos, la importancia de los territorios que están al sur del paralelo 41° (un poco más al norte de Puerto Montt), hasta el Estrecho de Magallanes y que él definió como la Patagonia Occidental.
El DR. HANS STEFFEN EN CHILE
En 1889, a la edad de 24 años, llega a Chile el Dr. Friedrich Emil Hans Steffen Hoffman, siendo parte del grupo de sabios alemanes contratados por el gobierno chileno, para apoyar la fomación de profesores secundarios en el recién formado Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Allí, Hans Steffen sería el fundador de la Carrera de Geografía, desde donde formó a generaciones de educadores (1). El Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, justamente fundado en 1889, surge como una iniciativa de formación de profesores secundarios, pues hacia «la segunda mitad del siglo XIX se contaba sólo con la experiencia de formación de profesores primarios impulsada por [Domingo Faustino] Sarmiento desde 1843, al fundarse la primera Escuela Normal». Sucedía, entonces, que «la preparación de profesores secundarios no estaba sistematizada, y quienes desempeñaban dichas funciones lo hacían desde la experiencia y los conocimientos adquiridos en sus profesiones o actividades específicas, sin contar[,] desde luego, con una preparación pedagógica adecuada»(2).
Profesores fundadores del Instituto Pedagógico
Pero, la obra más importante de Hans Steffen fueron sus nueve viajes de exploración a la Patagonia Occidental, tanto por interés propio como por encargo del Gobierno Chileno y su importante trabajo como perito de la parte chilena en el arbitraje de 1898–1902 en Londres, donde fue invaluable su trabajo y los antecedentes que aportó para sustentar la tesis chilena del “divortium aquarum continental”.
Esos territorios eran poco conocidos, tal como podemos constatarlo al revisar el libro Jeografía Descriptiva de la República de Chile, de Enrique Espinoza en su cuarta edición de 1897, «considerablemente aumentada» y que poseía indudable autoridad al ser una «obra aprobada por la Facultad de Filosofía i Humanidades de la Universidad de Chile i mandada adoptar como testo de estudio en los establecimientos de instrucción militar del Ejército». En el libro vemos que, de sus 475 páginas, en las que se detalla afanosamente las provincias que van de la Provincia de Tacna a la Provincia de Chiloé, lo que se despliega desde la página 63 a la 450. En cambio, el “Territorio de Magallanes” (desde el Paralelo 47° ―Golfo de Penas, al sur de Chiloé― hasta el Cabo de Hornos) es tratado en sólo 18 páginas (de la 451 a la 469), siendo que ese territorio corresponde al 25,88% de los kilómetros cuadrados contabilizados en el libro, que conforman el territorio nacional con una población que alcanzaba, según los datos del censo de 1895 y en los que se basa el libro, al 0,16% de la población del país: población nacional = 3.118.966 habitantes y que en el Territorio de Magallanes era de 5.170 habitantes con el siguiente detalle:
Punta Arenas (ciudad) = 2.845 Habitantes
Bahía = 382 Habitantes
Tierra del Fuego e Isla Dawson = 566 Habitantes
Patagonia chilena = 1.300 Habitantes
Islas australes = 70 Habitantes
Total = 5.170 Habitantes
En el libro se presta más atención a la “colonia de Punta Arenas” y a Tierra del Fuego, aunque se reconocen las potencialidades económicas de la madera y la pesca para la Patagonia: «la extracción de maderas i la pesca serán fuentes de recursos de estas rejiones». Sin profundizar más.
Hoy esos territorios que corresponden a las regiones XI, Aisén del General Carlos Ibáñez del Campo y XII, Magallanes y de la Antártica Chilena tienen una población de 242.318 habitantes, lo que corresponde al 1.60% de la población total del país (15.116.435 habitantes) según el censo del 2002.
Fue, en buena medida con el trabajo de Steffen que, más allá de la presencia de colonos que habían ido poblando lentamente la Patagonia, ella comienza a ser valorada como un territorio a descubrir en sus potencialidades y a conformarse en parte integrante de la identidad nacional. Para muestra un párrafo:
A pesar de su extensión relativamente escasa, el valle del Coihaike es uno de los más favorecidos en los dominios de las cordilleras del Aysén. Bien cerrado hacia el N. y el S., posee magníficas comunicaciones en dirección al E. y al W., constituyendo una región de tránsito para el camino internacional del Aysén que sin duda llegará a ser la arteria principal de comunicaciones en la Patagonia Occidental. Muy favorables son las condiciones del pastoreo, especialmente en los trozos superiores del valle, donde las terrazas de las faldas y en parte también los bajos, se encuentran totalmente cubiertos de excelentes pastos. Sin embargo, las nieves invernales limitan sin duda la utilización del valle. La humedad que producen las lluvias y las nieves sobre este terreno en su mayor parte blando, es extraordinaria, tanto en las superficies de pampa abierta como en el bosque de Nothofagus. Alrededor de los pequeños lagos, entre los morros del costado sur del valle y en las faldas inclinadas, se producen grandes barriales y en las pequeñas depresiones y hondonadas, pantanos, que hacen intransitable el terreno durante largos períodos.
STEFFEN GEÓGRAFO E INVESTIGADOR
No es aventurado afirmar que para Steffen le era atractivo el venir a Chile, porque le abría la posibilidad de poder explorar parte de los pocos territorios desconocidos que iban quedando en el planeta y que están registrados en sus cartas, donde, a pesar de sus esfuerzos, todavía hay espacios donde se lee: “inexplorado”.
Sus exploraciones y estudios
El mismo Steffen nos cuenta que, en 1892, sólo después de que se le rechazara su oferta de participar en los trabajos preparatorios para la demarcación de límites con la República de Argentina y de haber realizado una excursión de estudio a la región del Lago de Todos Los Santos, en las cordilleras de Llanquihue, consiguió interesar al entonces perito de la Comisión de Límites y Rector de la Universidad de Chile, don Diego Barros Arana, para sus proyectos y obtener por su intermediación, las comisiones del gobierno y los recursos necesarios para una serie de viajes de exploración y estudio en las cordilleras patagónicas, región poco conocida y donde con toda probabilidad se iban a producir dificultades en el arreglo del límite internacional. Escribió Steffen: «No teniendo a mi disposición, para ejecutar estos trabajos, sino las vacaciones de verano, no se pudo evitar el inconveniente de que mi ausencia de Santiago, motivada por las expediciones, se prolongara repetidas veces, más allá del término reglamentario, en perjuicio de mis tareas pedagógicas, por otra parte, debo advertir que en todas estas ocasiones las autoridades chilenas me dieron amplias facilidades para cumplir con mis comisiones, dejándome, además, la mayor libertad en cuanto al plan y organización de los viajes, y prestándome su apoyo en el equipo y medios de transporte indispensables para tales empresas.»
Así, las exploraciones de Hans Steffen fueron las siguientes:
Primera exploración: la región del Lago de Todos Los Santos en la Cordillera de Llanquihue.
Segunda exploración: «en el verano de 1892 a 1893 exploró las cordilleras de la región del Lago de Todos Los Santos, recorrió el valle de Peulla, escaló el cordón de la cuesta de los Raulíes, y bajó en seguida al valle del Lago y Río Frío, que siguió hasta sus orígenes, en los ventisqueros del flanco oriental del macizo del Tronador; subió al portezuelo Barros Arana y regresó después al lado chileno de la cordillera, por la depresión del boquete Pérez Rosales, explorando el valle inferior del río Cochamó».
Tercera, cuarta y quinta exploraciones: «en la temporada de 1893 a 1894 exploró la región del río Palena, y a principios del año siguiente realizó el reconocimiento del río Puelo hasta sus orígenes, avanzando hacia el oriente hasta donde se verifica la división interoceánica de las aguas». «La continuación de esta exploración fue realizada, en la temporada siguiente, en los primeros meses de 1896, en que [Steffen] recorrió el valle del río Manso».
Sexta exploración: «El reconocimiento geográfico de la hoya del río Aysen fue una de las de mayor valor que realizó el Dr. Steffen, en la temporada de 1896 a 1897. Remontó el río hasta la isla Flores, donde se produce la unión de sus dos brazos principales, emprendió en seguida el estudio del brazo norte, enteramente inexplorado hasta entonces, a[l] que dio el nombre de río Mañihuales, y siguió su curso hasta sus orígenes, avanzando hasta el divortium aquarum continental».
Séptima y octava exploración: «En el verano siguiente, 1897-1898, [Steffen] reconoció el valle del río Cisnes, que sólo era conocido en su desembocadura, y en la temporada de 1898-1899 organizó una expedición destinada a explorar la región de los fiordos situados inmediatamente al sur del paralelo 46°, y de los ríos que desaguan en esa parte del litoral. La expedición atravesó el istmo de Ofqui, recorrió las costas del golfo de Penas, y penetró en seguida en el río Baker, reconociendo sus diferentes afluentes. En esta jornada se encontraron y bautizaron tres de ellos, los ríos Baker, Bravo y Pascua, y se arribó hasta la región del divortium aquarum continental, y se descubrió en el interior de la región andina el valle de las lagunas Larga, Chacabuco, Juncal y Esmeralda, por donde avanzó hasta alcanzar la extremidad occidental del gran lago Cochrane».
Novena exploración: En marzo y junio de 1902 Steffen realizó una inspección del territorio en litigio como asesor del gobierno chileno de la Comisión de Encuesta del Tribunal Arbitral que dirigió el coronel Sir Thomas H. Holdich: en marzo de 1902 desde la región de Última Esperanza se dirigieron al norte, a la zona de los canales patagónicos y a la región del Río Baker. La siguiente etapa contemplaba el reconocimiento hacia el norte hasta el Río Aisén. El 30 de marzo prosiguieron hasta la desembocadura del Río Yelcho, donde se informaron de la topografía general de la región y del camino que se abría hacia el valle de Futaleufú. Finalmente, se desplazaron por las costas y canales del Pacífico hasta Cochamó, donde Holdich recibió toda la información de los peritos argentinos, chilenos y del propio Steffen.
Los descubrimientos que Steffen realizó «significaron para Chile que los jueces británicos tomasen en consideración, en gran parte de los sectores del litigio, la tesis de la “divisoria continental de las aguas”, hecho que implicó incluir importantes hoyas hidrográficas para nuestro territorio». Como lo expresa Hans Niemeyer F.: «El resultado primordial de estos viajes es que se pudo comprobar la situación de la divisoria interoceánica de las aguas que contrario a lo que sucedía en el centro y norte del país donde coincidía con las más altas cumbres andinas, aquí era diferente. Esto iba en apoyo de la tesis chilena en las disputas de límites con Argentina. Pero también consiguieron hacer la demarcación definitiva de estos ríos complementarios de los levantamientos hidrográficos, dando origen a buenas cartas»(3).
HANS STEFFEN CONSULTOR TÉCNICO DE LA COMISIÓN ARBITRAL CHILENA
El 11 de octubre de 1899 Hans Steffen es designado, por decreto del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, como consultor técnico del Tribunal Arbitral que debía entender en la cuestión de límites con la República Argentina. Escribe el profesor Steffen:
Habiéndose sometido, hacia fines de 1898, ha recordado en el trabajo ya mencionado, todo el litigio de límites al fallo de S. M. Británica, se instaló la Comisión arbitral chilena en Londres bajo la presidencia del Ministro de Chile en Gran Bretaña, a la cual fui agregado como asesor técnico en Octubre de 1899. Mi tarea principal fue entonces la cooperación a la Exposición que la delegación chilena iba a someter al Tribunal Arbitral en contestación al voluminoso Alegato argentino que salió, en diferentes intervalos de tiempo, desde principios del año 1901, y cuyos últimos planos se entregaron sólo en Enero de 1902. Dicha Exposición fue publicada en cuatro tomos de texto, de los cuales he compuesto particularmente los capítulos que tratan sobre las bases históricas del litigio durante la época colonial, y la descripción del terreno litigioso de la Patagonia, comprendido entre los 41° y 52° de latitud, contribuyendo a los demás capítulos por colección de materiales, como también a la redacción de los mapas que acompañan la obra.
Sobre el destacado rol de Steffen como consultor técnico, «puede citarse lo que decía el Ministro de Chile ante el Gobierno de Londres, en nota del 30 de Enero de 1902. “El Dr. Steffen ha tenido a su cargo, decía el señor Gana, el estudio analítico de la Exposición argentina y de la documentación cartográfica que le acompaña en la sección que se extiende al sur del Tronador, y ha escrito la parte de nuestra réplica que abraza toda esta región”».
Antes de terminar sus tareas ante el Tribunal Arbitral de Londres, el Dr. Steffen realizó un viaje al territorio en disputa, que él mismo ha recordado en las siguientes palabras: «La inspección del terreno litigioso… por una comisión arbitral, estipulada como condición indispensable en el convenio del arbitraje, se llevó a cabo en los meses de Marzo y Junio de 1902. A la comisión, que iba bajo la dirección del coronel Sir Thomas H. Holdich, fui agregado por parte del Gobierno de Chile, para acompañarla en todo el trayecto a través de la Patagonia. Recorrimos primero una parte de la región de Última Esperanza, para conocer siquiera superficialmente algunos puertos y las desembocaduras de los grandes ríos, sus valles y los trabajos de caminos hechos por el Gobierno de Chile en ellos; cruzamos después el paso de Pérez Rosales y marchamos desde Nahuelhuapi al sur, a través de casi todos los valles entonces disputados, hasta llegar al valle superior del río Simpson (Aysen) donde se dio oficialmente término a la inspección arbitral». Y sigue, «de regreso en Londres, tuve que contribuir a otra exposición corta que la delegación chilena sometió al Tribunal, como réplica contra un memorial de los representantes argentinos, destinada a rebatir la Exposición chilena anterior. Poco tiempo después, en Noviembre de 1902, se proclamó el fallo.»
El mismo coronel Holdich ha rendido al Dr. Steffen un homenaje de admiración y gratitud por su valiosa ayuda a la comisión arbitral que visitó la zona en disputa:
El Dr. Steffen, que me acompañó durante todo el viaje desde nuestra partida de Valparaíso hacia el sur, ha escrito, hasta la terminación de nuestro reconocimiento terrestre, desde aquí se separó y partió en dirección a Cohaique, dirigiéndose al camino recientemente construido de Aysen a la costa del Pacífico. Experimentó alguna dificultad en cruzar el paso debido a la nieve, pero finalmente llegó a Santiago sin novedad. Su conocimiento práctico de la costa del Pacífico y de los caminos de la costa hacia el interior, logrados en sus exploraciones de la región en interés de las reclamaciones chilenas, no conoce probablemente rival alguno, y sus condiciones para obtener los servicios del elemento más capacitado, así como para proporcionar las últimas informaciones más detalladas en los asuntos esenciales, fue de inapreciable valor. Desempeñó las funciones de comisario y oficial encargado de los transportes, al mismo tiempo, mientras permanecimos en territorio chileno, y el de guía y consejero científico de la expedición, de modo que estaba siempre ocupado. Ciertamente el Gobierno chileno no pudo encontrar un defensor más serio y más capaz que este distinguido profesor alemán (porque, según mis noticias, el Dr. Steffen no se ha naturalizado en Chile), y en el recuerdo de una expedición que fue para mí personalmente de tanto interés, siempre evocaré agradablemente la enorme y cortés ayuda prestada por este gran explorador y geógrafo.
El viaje de inspección del delegado del tribunal arbitral inglés. Después del ascenso al Cerro Margarita (Solitario) en Última Esperanza. De izquierda a derecha: Lt. H. Holdich, Oberst Holdich, A. Donoso G., C. Aguirre L., R. Stubenrauch, E. v. Heinz.
LA REEDICIÓN DEL LIBRO PATAGONIA OCCIDENTAL
La reedición de este libro tiene su origen en los fervientes deseos de la gente de Aisén, quienes nos hicieron llegar sus inquietudes por la desaparición de esta obra y que ellos reconocen como fundamental para entender y conocer su región. Aceptamos gustosos el desafío y gracias a la ayuda del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, es que esta obra está en sus manos.
El escritor Manuel Rojas (1896-1973), Premio Nacional de Literatura 1957, conoció los trabajos de Steffen primero por el homenaje que se le hiciera en la Revista Anales de la Universidad de Chile en 1937 con ocasión de su muerte (que luego se convirtió en libro con el título Homenaje a la memoria del Dr. Hans Steffen), en su calidad de director y corrector de pruebas de las Prensas de la Universidad de Chile. Años después le tocó revisar el libro Patagonia Occidental y pudo darse cuenta «de la real magnitud de los trabajos de Steffen, no tan sólo en lo que significaron como estudio y exploración de la región patagónica, significación que ha sido tan vastamente reconocida y elogiada sino que, además, como esfuerzo personal». Escribe Rojas:
Si Hans Steffen no dejó sus talones en los valles, quebradas, montañas, mesetas y riberas lacustres y fluviales de la Patagonia occidental, fue porque en realidad deben de haber sido tan duros y resistentes como los de cualquier héroe antiguo o moderno, desde Aquiles hasta don Diego de Almeyda; porque no se trataba, allí, de viajar cómodamente, en automóvil, a caballo o en mula ―una mula resultaba allí tan útil como una bicicleta― sino incómodamente, a pie mi alma, a través de centenares de kilómetros de una de las tierras más irregulares del mundo, cruzando ríos, lagos, lagunas, fiordos, canales, bosques, montañas, pantanos y mesetas, ayudándose a veces por embarcaciones que los mocetones chilotes acarreaban a hombros desde el mar y otras por balsas que construían ellos mismos; y todo esto en medio de lluvias, nevazones, temporales de viento, incendios de bosques, hambrunas y hasta atropellos policiales: en la expedición al Palena casi la mitad del personal técnico que acompañaba a Steffen fue detenida por gendarmes argentinos y llevada a Junín, a 600 kilómetros de distancia; y todo por puro amor a la geografía.
Rojas también percibe que Steffen, escribiendo, «no puede parecerse ni de lejos a Darwin, y ni siquiera a Humboldt, como narrador de viajes y de exploraciones» ―verdaderos dioses mayores―, lo que atribuye a que Steffen no era filósofo ni naturalista; y lo explica en que «era, simplemente, un geógrafo y no veía del terreno que pisaba sino lo que el terreno tenía de interés para un geógrafo; lo demás, por lo menos así lo demuestra en su libro [Patagonia Occidental], no existía para él». Pero, a pesar de la parquedad de Steffen, Rojas ve que «este alemán que jamás habla de sí mismo como persona y que rara vez habla de los demás; este alemán modesto y silencioso, que marcha hacia su valle, su río o su portezuelo como una rapaz vuela hacia su presa, sin vacilar; este alemán que seguramente vivió y murió pobre; este alemán que dio sus mejores años en pro de una causa que era la suya sólo desde el punto de vista geográfico, termina por imponerse: es una calidad distinta de la que amamos, pero tiene calidad; no ve las flores ni las mariposas, pero descubre lagos; no ve los pájaros sino cuando están en gran cantidad, pero halla, en un solo viaje, varios preciosos ríos; no ve los hombres, pero tiene en la cabeza, como una pantalla, toda la maravillosa tierra patagónica». Para Rojas, Steffen no será uno de sus dioses mayores, pero sí será uno de esos dioses menores que también lo acompañan a uno toda una vida.
El libro se compone de dos tomos con cuatro cartas geográficas, además de dibujos y fotografías; su estructura es extremadamente didáctica, la que se organiza a partir de sus exploraciones. Es así que, primero, el profesor Steffen nos ofrece todos los antecedentes que maneja respecto al área geográfica en general que va a tratar: la Patagonia Occidental, y que luego profundiza a partir de cada una de sus exploraciones realizadas, con un abanico de referencias antes de entrar de lleno a sus exploraciones, reflexiones y conclusiones, además de extensas notas.
STEFFEN HOY
El Dr. Hans Steffen no tuvo descendencia y es a partir de una iniciativa de la propia gente de Aisén, es que los restos del profesor, sus cenizas, reposan hoy en la Patagonia, allá en el cementerio rural “El Claro” ―a dos kilómetros al poniente de Coyhaique― en un memorial erigido expresamente para recibir sus restos.
Hoy el legado del Dr. Steffen —mapas, diarios de viaje, bosquejos, apuntes, manuscritos de cursos universitarios y fotografías— se encuentra fundamentalmente en dos instituciones: el Instituto Ibero-Americano de Berlín y en Leibnitz Institut für Länderkunde en Leipzig, Alemania.
Agradecemos a todos que nos han ayudado a que esta obra esté nuevamente entre nosotros, particularmente el trabajo y pasión de un extranjero que fue catedrático del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, desde donde formó a generaciones de profesores y que amó profundamente los territorios que exploró e investigó para sí mismo y para este país, el que tiene por delante la hermosa tarea de aquilatar la belleza de esas tierras y de profundizar su compromiso para preservarlas y proyectarlas a la Humanidad.
Notas:
(1) «El primer cuerpo académico del Instituto Pedagógico estaba constituido por un chileno, Enrique Nercasseau y Morán, y por los profesores alemanes: Jorge Enrique Schneider (pedagogía, filosofía, lógica, metodología, moral y filosofía de las ciencias), Juan Steffen (historia y geografía), Federico Hansen (filología, gramática general, lingüística, latín, griego, francés, inglés, alemán, retórica e historia literaria), Reinaldo Von Lilienthal (aritmética, álgebra, geometría, trigonometría y mecánica), quien estuvo unos meses en Chile y retornó a Alemania, donde se destacó como uno de los más grandes matemáticos de su época. Fue reemplazado por Augusto Tafelmacher, quien ejerció hasta 1907; Federico Johow, notable botánico, quien fue designado como primer director del Instituto Pedagógico (ciencias naturales, biología, zoología, botánica e higiene); Rodolfo Lenz (gramática) y Alfredo Beutell (química y mineralogía). Si bien los profesores alemanes realizaron trabajos de investigación, lo hicieron más bien a título individual. No era su rol formar investigadores, ni escuelas científicas, sino profesores secundarios, y cumplieron en forma brillante su tarea». (Teodoro Meruane C.) en Historia de la Universidad Metropolitana de las Ciencias de la Educación (http://www.umce.cl/universidad/historia.html).
(2) «La incorporación de un selecto grupo de profesores alemanes de reconocido nivel académico… provocó inquietud y malestar de parte de integrantes de la Facultad. Por ello, quedó estipulado contractualmente que los maestros alemanes se dedicaran exclusivamente a la docencia, con prescindencia taxativa de la investigación y de la creación de escuelas científicas». Ibidem.
Bibliografía:
De Agostini S. S., Alberto M.: Andes Patagónicos. Viajes de exploración a la Cordillera Patagónica Austral. 1945.
Donoso, Ricardo: “El Dr. Hans Steffen” en Homenaje a la Memoria del Dr. Hans Steffen, Prensas de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1937.
Galdames, Luis: “Steffen, profesor” en Homenaje a la Memoria del Dr. Hans Steffen, Prensas de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1937.
Niemeyer, Hans: Hans Steffen, geógrafo y explorador de la Patagonia chilena (1890)http://www.humboldt200.cl/resumenes/hans.html) (
Pozo, José: “Hans Steffen: Maestro, Geógrafo y Pionero de la Patagonia Occidental” en Revista Universum, N° 20, Vol. 1, páginas 112 a 123, 2005
Rojas; Manuel: “Hans Steffen y la lealtad”. Revista Babelia, #35, enero-febrero, 1947, pp. 24 a 35.
Historia de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación: http://www.umce.cl/universidad/historia.html
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